Vienen amigos y compañeros a visitarme, y aunque algunos tienen orden de no volverme loco la cabeza con la campaña, no pueden remediar comentar cómo ven las cosas.
Algunos con cara cansada y brillo de fuerza en los ojos, otros resplandecientes –lo son siempre así- , vienen ilusionados por “la batalla” o enfadados por las carencias que tenemos…
Pero todos en línea. En esa línea de frente de batalla –imaginaria- de la que sólo nos movemos para avanzar. Donde miro, a un lado u otro, veo gente socialista, algunos sin carné, capaz de afrontar embates estos catorce días y los próximos mil cuatrocientos si fuera necesario.
Con la piel erizada, les sirvo un café, henchido de orgullo de encontrarme a su lado.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario