Creo necesario que la izquierda, y los y las socialistas en particular, hagamos un especial esfuerzo para difundir y buscar la hegemonía de nuestros valores, unos valores que den sentido a la Vida en sociedades complejas como la nuestra.
Esta necesidad no está encontrando una respuesta clara en una izquierda a menudo desorientada por los cambios en las estructuras sociales y económicas, y que ha llegado a creerse el insistente mensaje lanzado por la derecha desde hace décadas: el tan conocido discurso de la crisis de la izquierda. Y cuyo principal fruto es la creación de organizaciones políticas que “operan” en nuestro espectro ideológico, pues asumen sin discusión nuestros valores, y cuyo único fin real es ser una interminable fuente de denuncia sin aportar solución factible alguna, envuelta al tiempo en un hálito de elitismo intelectual que enmascara su incapacidad de llevar a lo concreto tanta aportación abstracta.
Nuestra política, en acción y propuesta, debe estar marcada por su nivel didáctico, que desde la humildad, la austeridad y el sentido del trabajo, debe tener como objetivo el ser inteligible y explicable en su desarrollo y sus objetivos. Por el incasable empeño de conseguir una sociedad justa, y por una íntima y profunda convicción de que las personas somos capaces de organizarnos mejor en comunidad.
Unos valores que están plenamente vigentes y que nos sirven para formular, comunicar y desarrollar nuestra acción política con el objetivo de dar respuestas a los problemas sociales, con soluciones cercanas, asumibles, entendibles.
Por lo tanto debe ser política y discurso inteligible, para todos/as y respetuosos con la diversidad y el resto de opiniones.
Esta necesidad no está encontrando una respuesta clara en una izquierda a menudo desorientada por los cambios en las estructuras sociales y económicas, y que ha llegado a creerse el insistente mensaje lanzado por la derecha desde hace décadas: el tan conocido discurso de la crisis de la izquierda. Y cuyo principal fruto es la creación de organizaciones políticas que “operan” en nuestro espectro ideológico, pues asumen sin discusión nuestros valores, y cuyo único fin real es ser una interminable fuente de denuncia sin aportar solución factible alguna, envuelta al tiempo en un hálito de elitismo intelectual que enmascara su incapacidad de llevar a lo concreto tanta aportación abstracta.
Nuestra política, en acción y propuesta, debe estar marcada por su nivel didáctico, que desde la humildad, la austeridad y el sentido del trabajo, debe tener como objetivo el ser inteligible y explicable en su desarrollo y sus objetivos. Por el incasable empeño de conseguir una sociedad justa, y por una íntima y profunda convicción de que las personas somos capaces de organizarnos mejor en comunidad.
Unos valores que están plenamente vigentes y que nos sirven para formular, comunicar y desarrollar nuestra acción política con el objetivo de dar respuestas a los problemas sociales, con soluciones cercanas, asumibles, entendibles.
Por lo tanto debe ser política y discurso inteligible, para todos/as y respetuosos con la diversidad y el resto de opiniones.
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